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FRANCIA, PAÍS CÁTARO

FRANCIA, PAÍS CÁTARO

Un viaje de semana santa diferente, sin playas, sin calor agobiante de gente por todas partes, sin…bueno eso sí…caravanas…

Un viaje al alcance de todos los bolsillos, de todos aquellos que hartos de grandes aglomeraciones y destinos parecidos todos los años emprenden un viaje distinto. Paisajes, carreteras, pueblos con encanto, castillos templarios, iglesias repletas de enigmas y gente de extraño acento.

El viaje en principio está planteado desde el low-cost, esa perspectiva en la que la cultura del bocata, el rechazo a los peajes y el evite de los grandes lujos hacen posible plannings de esos que luego cuentas y te preguntan, ¿y cómo lo hiciste?

Día 1. San Juan de Luz, Toulouse.

Emprendemos la ruta hacia el norte. Vía Vitoria-Gasteiz (fabulosa y sorprendente ciudad, parada obligatoria) llegamos a la Behobia (Guipúzcoa), pasar el río nos transporta a Francia. Los paisajes no dejan indiferente, si miramos a los lados es muy característico ver como se confunden los carteles en francés y español, boulangerie, vienoisserie, coiffure,…Conviene tomárselo con calma, pues en las carreteras antes de llegar siempre suele haber atascos.

Y nos encontramos con una pequeña y bonita villa llamada Saint-Jean de Lux (San Juan de Luz). Para aparcar hay un parking de ORA prácticamente en el centro, que no quiere decir que sea tarea fácil encontrar sitio. Caminando por el pueblo podemos ver y sentir el encanto del pueblo, ventanas de madera, tiendas de calle y un paseo marítimo que no tiene nada que envidiar, con una playa bonita y extensa. Ver y recorrer sus calles un día soleado es una maravilla. Como imprescindibles de esta ciudad entrar a la Iglesia que destaca desde la plaza del pueblo, probar el Gateau Basque (pastel vasco) y los macarons de Maison Adam.

Después de esta parada recomendable, tocaba ponerse en ruta a Toulouse. Tras varias horas de coche y un monumental atasco en las inmediaciones de la ciudad llegamos a Rangueil, una zona de residencia en las afueras. Es una buena opción y muy económica. Por aquí podemos encontrar apartamentos por 50€ la noche para 4 personas, sin grandes lujos se puede. Además está bien conectado con el centro de la ciudad por metro. 5,50€ dan de sí para 12 viajes si vamos en grupo. La parada de metro Jean-Jaures nos deja en pleno centro de la villa. No esperes gran cosa de aquí, Toulouse es una ciudad gris, sin gracia y con poco encanto, de hecho si buscamos parecido a alguna otra ciudad española seguramente sería la gris, insípida, triste, fea y amarga Valladolid.

Para destacar la plaza, la Basílica de San Sernín y el puente que atraviesa el río Garona. Poco más que destacar.

Día 2. Beziers, Narbonne.

Béziers es una modesta ciudad que se encuentra en la parte este de Francia, relativamente cerca de Toulouse. Esta pequeña villa, sin demasiado ajetreo turístico esconde varios monumentos y una historia oculta y sangrienta entre sus calles…

Y es que Béziers fue víctima de una las mayores masacres realizadas por la iglesia católica en Europa. Un poco de historia:

Los llamados ‘’cátaros’’ eran una orden religiosa, que defendían que el mundo fue creado por entes satánicas, estaban desvinculados de la iglesia y de sus dictámenes y a pesar de ser cristianos creían en la reencarnación. La Iglesia les excomulgó y se dedicó a perseguirles. Dicha orden religiosa, escasa en número, habitaba en la zona sureste que comprende Nimes a Perpignan.

En el año 1209, a raíz del asesinato de un monje en la zona de Arles, el Papa Inocencio III de Roma dirigió una orden bélica con un objetivo clave: Béziers. Béziers acogió a los cátaros refugiados y lejos de rendirse, resistió y cerró las murallas, atreviéndose incluso a lanzar las copias del antiguo testamento.

Sin embargo y como era de esperar, la cruzada consiguió superar la resistencia y la orden militar tomó la ciudad y exterminó a todos sus habitantes como represalia, a pesar de ser tan solo 200 cátaros entre sus 20.000 habitantes. Todos sus habitantes fueron asesinados en aras de mostrar el poderío religioso y dominante en la zona, a modo de advertencia para el resto de ciudades colindantes que osaran albergar a algún cátaro. El resto de ciudades inmediatamente se rindieron.

Por tanto, esta ciudad es interesante para aquellos curiosos en la historia. Como lugares de interés a señalar, el centro de la ciudad, en su parte alta contiene la Catedral de Saint-Nazaire, una catedral cuyo acceso a sus jardines y sus vistas es gratuito. Fuera podemos contemplar el horizonte en el mirador que queda justamente al lado. Poco más tiene esta pequeña villa francesa, el encanto de la historia que esconde entre sus calles empedradas.

Queda toda la tarde para visitar una ciudad próxima a Béziers, la bella Narbona (Narbonne). A poco más de 25 km, esta villa romana bañada por el Mediterráneo nos acoge entre sus canales. Sin ser una ciudad especialmente grande, tiene varias cosas que ver y a las que conviene dedicar algo de tiempo. Por ejemplo nada más entrar podemos contemplar el pintoresco canal de Midi que te lleva al centro de la villa y que alberga una bella y ostentosa Catedral así como calles empedradas.

En la plaza se puede observar los restos de la vieja vía romana a Aquitania.

En realidad, al tratarse de una ciudad de poco más de 50.000 habitantes, todo queda relativamente cerca. La catedral y sus calles son dignas de admiración, te transportan al pasado de esta coqueta villa. Como sitios que ver por supuesto la Catedral (tercera más alta de Francia), el mercado municipal, la vía romana y el Palacio de Narbona.

Tras esta parada, y a pocos Km se encontraba otro destino, otra pequeña villa histórica fortificada, con un encanto natural y mágico: Carcasona.

Día 3. Carcasona, Rennês-Le-Château

Carcasona es una ciudad de cuento, de esas que salen en las películas de reyes y reinas.

Y como una imagen vale más que mil palabras, que mejor que ver esto:

Esta bella ciudad galo romana, patrimonio de la humanidad con pasado visigodo también cuenta con una fortificación que rodea sus entrañas, y que bellas entrañas.

Para llegar al corazón de esta ciudad totalmente turística, lo normal es que tengamos que dejar el coche en las afueras y dirigirnos a la cima de su montaña a través del puente viejo o Pont Vieux.

Una vez vamos por la ladera bordeando las murallas, podemos llegar a la Porte Narbonnaise, al cruzar el puente podemos abrir las bocas al mirar a ambos lados, los alrededores de la muralla son espectaculares.

Ya si nos internamos por dicha puerta, con la majestuosidad de las dos torres gemelas llegamos a la Rue Cros Mayrevieille. A partir de aquí el tour es totalmente libre…cualquier cosa que hagas, por cualquier calle te metas, cualquier cosa que veas se te quedará guardada en la memoria como un bonito recuerdo, ya sea el crepe que te comiste en la crepería de la calle principal, la botella de vino que compraste en la tienda de recuerdos, las fotos en los exteriores de la muralla o el castañazo que te pudiste pegar por turista despistado sacafotos en la Place de Château.

El castillo de Carcasonne cuenta con sus propias murallas y 9 torres, entrar no costará tanto como asediarlo, sino una entrada de 8,50€ y una larga cola de espera. Y querido lector, no puedo recomendar su visita porque sinceramente por motivos de falta de tiempo no lo visite más que por fuera. Si avanzamos encontramos la basílica de Saint-Nazaire, alta y resplandeciente. Podemos entra gratuitamente y ver por dentro sus vidrieras así como por fuera sus imponentes gárgolas.

Gastronómicamente, Carcasona es conocida por su Cassoulet, o una fabada con muslo de pato, tocino y salchichas. Para descansar conviene evitar el centro de la ciudad, Carcasona no es una ciudad grande y puede llegarse fácilmente si disponemos de coche a las afueras, donde puedes alojarte en el Ibis Budget por un módico precio, hotel que queda cerca del aeropuerto de Carcosona.

Vista esta ciudad, que deja con buen sabor de boca quedaba volver otra vez a los cátaros, los misterios y los secretos y lugares de la historia. Rennes-le-Château tiene una cita pendiente con muchos historiadores y curiosos, pues esconde una oscura sombra de misterio.

Es la historia de un gran pueblo en la antigüedad convertido en poblado, a lo alto de una colina, con poco más que 3 calles. Un pueblo desolado y con un ambiente difícil de explicar…misterio, soledad, decadencia, historia, religión,…

Este pueblo es conocido por la historia de Béranger Saunière, un humilde cura en la parroquia en ruinas de Rennes-le-Château, que de la nada se convirtió en una de las mayores fortunas de Francia en el siglo XX, derrochando dinero con obras faraónicas para la época. Esta historia de misterio y leyenda engloba sociedades secretas, influencias religiosas, políticas.

La historia cuenta que este párroco encontró ciertos pergaminos que le permitieron manipular y chantajear a poderes políticos y religiosos de la sociedad francesa de por entonces. Así Béranger comienza a amasar una importante suma de dinero y a codearse con altas esferas y sociedades secretas en Paris. La historia cuenta como Béranger, hombre de costumbres raras tenía afición por pasar días recogiendo piedras en el cementerio junto con su ama de llaves. Posteriormente restaura la ruinosa iglesia con todo lujo de detalles y construye una obra megalómana, la torre de Magdalena, que se impone en el horizonte, donde construye su dormitorio así como una biblioteca. Igualmente también construye un gran chalet y un invernadero.

La iglesia es una de esas que posiblemente no volverás a ver en ningún otro lugar. A su entrada, una cita en latín clamando ‘’ Éste es un lugar terrible’’. Una vez entras a la izquierda una figura del diablo y en el cementerio una cruz deseando ‘’Penitencia’’. Y ahora sí, saquemos conclusiones raras o paranormales, pues al enfocar para hacer la foto el efecto de luz que tomó la cámara tuvo este resultado.

¿Casualidad? Sin duda, sí.

Un lugar de esos que hay que visitar, si te gustan los enigmas como no, pues si no lo eres posiblemente te despierte la curiosidad.

Torre Magdala.

Después de este misterioso poblado, la siguiente parada fue Montsegur, una minúscula villa en las colinas pirenaicas. El destino era un castillo en lo alto de las montañas prácticamente destruido. Estas ruinas esconden otra oscura historia a sus espaldas.

Fue en el año 1243 cuando los últimos cátaros, condenados a huir por la persecución de las tropas del Papa, se refugian en el castillo de Montsegur, apoyados por los señores locales de Foix y Mirepoix. El asedio al castillo es desmedido, 6.000 soldados contra apenas 400 cátaros, que tras 10 meses de resistencia firman una negociación. Los soldados preparan una gigantesca hoguera a los pies del castillo, de modo que aquellos que no abdujeran el Catarismo iban a ser quemados vivos…200 personas fueron arrojadas a la hoguera. Y así, el castillo de Montsegur iba a ser testigo de una de las más brutales matanzas de la historia de la religión.

Para llegar al castillo, hay aproximadamente una hora de caminata en subida al peñón donde se erige el castillo, un paseíto rodeado de naturaleza entre los pirineos.

A 20 km se encuentra la villa de Foix, una pequeña villa con encanto metida en el Pirineo francés, a lo alto se emerge el castillo de Foix, una preciosa edificación a la que podemos llegar callejeando por sus coquetas calles. Foix es una pequeña ciudad, de modo que tampoco podemos alargar nuestra estancia más de lo común, unas 2 horas deberían bastar.

Y camino de vuelta a España, carretera a Saint Jean de Lux para pasar a España, pasamos por Baionne o Bayona. En este viaje, fue un momento de descanso para el tránsito entre un país y otro, y menuda parada más bien escogida.

Bayona es una ciudad que recuerda al ambiente de San Sebastián, especialmente y si por error (bendito error) caes por allí el día del festival del jamón, evento conocido en la zona y de gran aforo turístico. Bañada por el río sus calles de características similares a San Juan de Luz nos llevan a la Catedral de Santa María, una belleza de edificio con dos torres altísimas, de esas que tienes que alejarte hasta salir del casco histórico para que cuadre en la cámara. El centro igualmente cuenta con el castillo o Chateau-Vieux, el ayuntamiento de Bayona (Hôtel de Ville) y bonitas vistas de la catedral si nos alejamos un poco pateando. Bayona además tiene unas fiestas en verano emulando el San Fermín con una versión afrancesada, que atrae a un millón de turistas en verano.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Un viaje por el sur de Francia con muchos recuerdos, muchos sitios, muchos kilómetros y sobre todo muchas risas, sobre todo si te rodeas de unos buenos compañeros de viaje. Los destinos no son aglomeraciones turísticas, lo cual se agradece de vez en cuando, tiene bonitas ciudades, pueblecitos e incluso poblados, gastronomía rica y cultura e historia a cascoporro. El precio para nada es prohibitivo si lo comparamos con España, por ejemplo el País Vasco. Una aproximación orientativa sería (gastos compartidos entre 4 personas):

  • Hoteles 3 días: 60€

  • Combustible: 25€

  • Entradas: 20€

  • Comida: alrededor de los 50 €

Júntate con buenos compañeros de viaje, la historia y las ganas de ver mundo están tan cerca como pasar la carretera de Irún y tan lejos como poco más de 150€ en tu bolsillo.

Informando al mundo, champiñón.com


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