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8 GRANDES ETAPAS DE LA VUELTA EN ÁVILA

  • Josinho
  • 25 oct 2015
  • 14 Min. de lectura

La Vuelta a su llegada a Ávila ha dejado grandes momentos para la historia, etapas míticas y grandes exhibiciones atacando desde lejos y poniendo la carrera patas arriba. Dando vuelcos a clasificaciones entre los puertos de la provincia para llegar a la ciudad amurallada, algunas veces con corredores de aquí provocando el éxtasis del público abulense volcado con sus ciclistas. Os dejamos un resumen de 8 grandes momentos que pasaron a la historia del ciclismo español.

1983: HINAULT Y LA MASACRE DE SERRANILLOS

La de 1983 fue sin duda la etapa más mítica y recordada de todos los tiempos en nuestras carreteras. Seguramente sea así por el que la produjo fue el gran Bernard Hinault, el mejor corredor de la historia con Eddy Merckx, las consecuencias que tuvo para él ya que los esfuerzos en la Vuelta le provocaron más dolencias en su rodilla y no poder ir a por su quinto Tour.

El joven Julián Gorospe del Reynolds era el líder. Buen contrarrelojista y que se veía con capacidades de ganar su primera grande. Hinault ya iba amenazando que iba a atacar y minando la moral de la Perla de Mañaria. La etapa, la antepenúltima, salía de la Plaza Mayor de Salamanca, tras pasar por Peñanegra y El Pico y con gran ritmo por parte de los Renault del francés, se llegaba a Serranillos. Hinault no se lo pensó y no quiso esperar a Navalmoral a pesar de que solo perdía 1 minuto 11 segundos. Hinault demarró con fuerza y sólo pudo seguirle Marino Lejarreta, más adelante se les pegaría el escapado Vicente Belda. Gorospe hizo el intento de seguirles pero no pudo.

Hinault subía como una moto, sin recibir ni querer relevos, a lo campeón. Marino y Belda bastante tenían con seguirle. En el velódromo Adolfo Suárez donde se llegaba por aquella época, ganaba la etapa y cogía el amarillo. La debacle de los Reynolds fue total, Gorospe llegaba a más de 20 minutos hundido física y psíquicamente y que en más de una ocasión estuvo cerca de poner pie a tierra. Nunca más volvió a contar para ganar una gran Vuelta por etapas aquel que era en esos días la gran promesa del ciclismo español. Por unas cosas u otras siempre terminaba fallando y siempre venía al recuerdo aquel día de Serranillos.

Para muchos, una de las mejores etapas de la historia de la Vuelta.

1987: LUCHO HERRERA SE PONE LÍDER Y SENTENCIA LA VUELTA

Tras la crono de Valladolid, el Jardinerito Lucho Herrera perdía el liderato a favor del gran favorito, el irlandés Sean Kelly. Tras una gran crono para lo que solía hacer el colombiano, uno de los mejores escaladores de la década, quizá el mejor, mantenía aún sus opciones pues quedaba todavía la etapa de Ávila y la de la Sierra de Madrid.

La carrera con salida en El Barco de Ávila, ascendía Pedro Bernardo, Serranillos y Navalmoral. A los pocos kilómetros de etapa, el líder Kelly abandona por problemas con un forúnculo. El alemán Dietzen, unos segundos por detrás de Lucho, empezó a esprintar en las metas volantes para llevarse las bonificaciones y poder coger el liderato. Salta Fignon en Serranillos, al que siguen Herrera y Delgado o Cubino entre otros. Como 4 años antes, vuelve a haber batalla desde lejos. Dietzen consigue neutralizar el peligro en el descenso, pero Fignon se les ha marchado.

En Navalmoral Lucho Herrera vuelve a atacar para distanciar a Dietzen y no dejar escapar a Fignon en exceso. Herrera cogía el liderato que dejaba Kelly, llegaba a más de un minuto de Fignon, pero con otro minuto sobre el pelotón que le daba el colchón de tiempo necesario para ser vencedor en Madrid. El abulense Ángel Arroyo, no dejó de intentarlo durante toda la etapa. Una etapa con gente como Herrera, Fignon o Delgado de protagonistas, de lo mejorcito del pelotón en ese momento.

1988: EL PÁJARO SE QUEDÓ SIN ALAS

Decimoséptima etapa de la Vuelta. Jesús Rodríguez Rodríguez, “El Pájaro”, ya afirmaba en la salida en Toledo que ese día la iba a armar. La Vuelta llegaba su tierra, Ávila, y ante sus paisanos aspiraba a conseguir su primera victoria como profesional. Jornada en la que se subía El Pico y Navalmoral.

En el kilómetro 4, cuando todavía se estaba saliendo de Toledo, “El Pajarillo” salta del grupo y solo le sigue su antiguo compañero del equipo Dormilón y en ese momento en Kelme, Juan Martínez Oliver.

El corredor del BH Anselmo Fuerte era el líder unos segundos por delante del irlandés Kelly que un año antes tuvo que abandonar siendo líder. Quedaba la etapa de la sierra madrileña y una crono. Kelly era el favorito y se esperaba que los BH de Mínguez plantasen batalla y fuera una jornada difícil para escapadas. Por suerte no fue así y los dos de cabeza llegaron a tener hasta 25 minutos de renta con el pelotón. Con “El Pájaro” a más de 1 hora y 5 minutos y Oliver a 1 hora 30 minutos de Fuerte, los dos escapados no preocupaban para la general.

Se llegaba al inicio del puerto de Navalmoral y Oliver no podía seguir el ritmo de “El Pajarillo”. Jesús Rodríguez se marchaba solo camino de la victoria en su tierra. Con 3´50´´ sobre un grupo de seis perseguidores entre los que estaban Gorospe, Millar, Massi, Pedersen, Chiappucci y Portillo, y 4´33´´ del pelotón, con lo que parecía dejar la victoria entre los dos de delante.

“El Pájaro” coronaba Navalmoral el primero y en solitario. En ningún vídeo podréis ver tanta gente en lo alto del puerto como aquel día, y la gente tenía la ocasión de ver pasar el primero a uno de casa. Le quedaban 19 kilómetros para la línea de meta de los cuales 12 eran de descenso.

A 2´34´´ llegaba el grupo perseguidor en el que ya solo eran 4. Unos segundos por detrás llegaba el pelotón que había estado dirigido en la subida por los hombres del KAS de Kelly. En el último kilómetro el líder Fuerte hizo un ataque de peseta, más de cara a la galería que otra cosa y al que Kelly no tuvo problemas en responder.

Del antiguo compañero de fuga, Martínez Oliver, no se tenían referencias lo que hacía pensar que el abulense del Helios tenía una ventaja más que suficiente, en un descenso y unas carreteras que conocía de sobra. Lo cierto es que el almeriense a pesar de haber perdido la rueda de “El Pájaro” al comienzo de puerto, nunca le tuvo muy lejos.

Un Adolfo Suárez hasta arriba, conocedores de las noticias de “El Pájaro” por la megafonía y los transistores, esperaba ansioso recibirle en el Velódromo.

A tan solo tres kilómetros del final se producía el gran mazazo para “El Pájaro”, y por ende para la afición abulense. Martínez Oliver del que no se tenían referencias pero del que kilómetros antes se volvían a mostrar imágenes suyas del helicóptero, alcanzaba al abulense. Sin pensárselo dos veces, según le alcanzó le pegó un hachazo que sólo pudo ser respondido escasos metros (minuto 54 del vídeo).

Oliver llegaba el primero al Velódromo ante la frustración y la tristeza de una afición que ya se veía celebrando el triunfo de su paisano. Pronto ese desasosiego e incredulidad al ver pasar primero al del Kelme y no al del Helios que conocían todos bien, se convirtieron en pitos a Oliver durante la vuelta y media al velódromo, y sí amigo Pastelman, tu padre tenía razón, estaba todo hasta arriba de gente.

Con 20 segundos de retraso entraba al velódromo “El Pájaro”, 25 segundos sería lo que perdió al final de la etapa. Cuando pasó por meta, los pitos al pobre Oliver que conseguía su primera y única victoria en la Vuelta y unos meses después repetiría en una contrarreloj del Tour, se transformaron en una fuerte ovación al ciclista de Ávila. Éste se señalaba y se tocaba el muslo, afectado de unos calambres en las piernas que sin esa dolencia, podrían haberle permitido conseguir la victoria.

No pudo ser, no siempre se gana, pero el bueno de “El Pájaro” hizo vibrar y emocionarse a una ciudad entera, y eso, solo lo consigue el ciclismo.

1995: LA EXHIBICIÓN DEL LÍDER JALABERT

Si en otras ocasiones la Vuelta hacía su paso por nuestras tierras en las últimas etapas de la ronda, en esta edición, la primera que se disputaba en septiembre, lo hacía en la octava etapa tras una contrarreloj en Salamanca en la que Jalabert salvó el amarillo por 6 segundos con Olano. La etapa volvía a salir de Salamanca con el tríptico Peñanegra, Serranillos y Navalmoral.

A pesar de que la vuelta acababa de comenzar, los de Manolo Sáiz tenían ganas de guerra y en Peñanegra empezaron a tensar el grupo. Nada más empezar Serranillos, se empezaron a producir ataques de los de la ONCE, ya solo quedaban Jalabert, Zulle, Mauri, Bruyneel y Stephens (ONCE), Olano y Della Santa (Mapei), Pistore (Polti) y Bartoli (Mercatone). En el segundo ataque del líder Jalabert, el más fuerte de todos, se marcha solo y abre hueco. Solo el hombre de la Polti sale tras él al que finalmente espera Jaja para hacer los dos camino. Olano prefiere esperar a que la carrera y su equipo se recoloque y con la ayuda de los hombres de Mapei alcanzar al líder.

Al comienzo de Navalmoral la desventaja del pelotón donde Olano sólo podía contar con Ginés y Echave en menor medida, ya era de 3´45´´. Nadie salió en ayuda de los de Juan Fernández, y cuando la ventaja ya era de 4´34´´ y Olano ya no tenía nadie más, cogió la delantera del pelotón y empezó a tirar como si de una crono se tratase. Rodeado de hombres de la ONCE y a pesar del desgaste de Jalabert ya sin Pistore, y del buen ritmo de Abraham, la ventaja seguía creciendo lentamente. A 25 de meta era de 5´07´´.

Jalabert ganaba la etapa a lo campeón, dando una exhibición y con el maillot de líder en las espaldas, como los grandes, como lo que era. El pelotón llegaba a 4´40´´. Con las bonificaciones la diferencia con Olano, segundo en la general, era de 5´03´´.

Quedaban aún dos semanas de Vuelta, pero el francés la había dejado sentenciada y de qué manera.

1996: LA ÚLTIMA CRONO DE INDURÁIN

En Ávila también tuvimos la ocasión de ver la última contrarreloj de Miguel Induráin, uno de los mejores hombres contra el crono de la historia. 46 Km con salida en El Tiemblo y tras paso por La Paramera, llegada a Ávila.

Induráin llegaba tras perder su intento al sexto Tour en el que sólo consiguió ser decimoprimero. Obligado por los frailes (Echávarri y Unzué) a correr la Vuelta contra su voluntad, y en guerra con un Banesto con el que se sabía que no iba a renovar en caso de no retirarse a final de año (durante ese tiempo estaba negociando con la ONCE).

Se llegaba a la décima etapa en la que los abanicos de los de Manolo Saiz (nadie lo hacía como ellos), habían eliminado ya a dos de las favoritos como Rominger y Escartín. La guerra parecía que iba a ser, y máxime después de aquella crono, un Induráin contra la ONCE.

El suizo Tony Rominger fue de los primeros en salir, y sin referencias, consiguió ganar la etapa a su compatriota Alex Zulle por 2 segundos. Induráin llegaba con 27 segundos de retraso. La ONCE conseguía el objetivo del día, Induráin era segundo y no cogía el liderato, Zulle líder y Jalabert tercero que había perdido más tiempo del esperado. 4 hombres de la ONCE entre los cinco primeros, “Induráin contra ONCE” titulaba al día siguiente la prensa. Unos días más tarde con problemas de salud y camino de Lagos de Covadonga, Miguel abandonaba la Vuelta y el ciclismo profesional.

Su última contrarreloj fue en Ávila. El público se volcó para ver al Gigante de Villaba, aquel que tantas tardes de gloria les había hecho pasar, pero que desde su primer Tour en el 91, no había vuelto a correr la principal ronda por etapas española.

Disfruten de su última crono que se produjo en nuestra ciudad, la de uno de los mejores de la historia del ciclismo.

1996: DUFAUX CONTRA EL MUNDO

Decimonovena etapa de la Vuelta, con salida en Getafe, y por segunda vez en esta edición, final de etapa en Ávila. La Vuelta había sido dominada con una superioridad abrumadora por los ciegos. Banesto había perdido a Induráin, Mapei y Kelme se habían quedado sin posibilidades de sus líderes, Rominger y Escartín, camino de Albacete donde se dejaron 8 minutos en un abanico. Solo el suizo de la Lotus, Laurent Dufaux, era una ligera amenaza pero a más de 5 minutos.

Al final de aquella edición se produjo el famoso incidente de la mayonesa del hotel de Zaragoza. Una mayonesa caducada que habría dejado KO a toda la ONCE, con problemas estomacales. Todo el equipo se ve afectado menos el líder Zulle.

Sáiz, cabreado como solo él solía cabrearse, criticaba al resto de equipos, afirmando que aprovechaban a atacarle ahora que estaban enfermos. Lo cierto es que la gran superioridad de los ciegos impedía muchos movimientos. Aún así, antes de la etapa de Ávila, Manolo afirmaba que su equipo ya se encontraba perfectamente. Pronto se vería su farol.

Pedro Bernardo, Serranillos y Navalmoral era lo que tocaba subir aquel año. Las palabras de Manolo no hicieron que sus adversarios estuviesen quietos, aunque le salieron aliados para ayudar a una ONCE en descomposición (nunca mejor dicho). Escartín salta en Serranillos con un Jalabert, segundo en la general, que ya ha perdido contacto con el pelotón. Le siguen al ataque Dufaux, el Chava y el Motorola Andrea Perón. Un minuto por delante estaban el Banesto Casero y el Mapei Nardello. Escartín se descuelga y se juntan en cabeza los cinco mencionados con el suizo de la Lotus tirando en todo momento luchando por ganar la Vuelta. Jalabert perdía ya una minutada.

Si un año antes se produjo una preciosa batalla entre Jalabert y Olano, éste la cosa no tuvo nada que ver. En el grupo delantero solo tira Dufaux y Perón le da algún que otro relevo. Casero se ha quedado al empezar Navalmoral, pero tampoco dio relevos antes. A Nardello le han ordenado dejar de colaborar (incomprensible), al Chava con la excusa de que Nardello no pasa, le dicen que él haga lo mismo (igual de incomprensible). Tira tú que me da la risa parecían decirse.

Por detrás Zulle ya no tenía equipo, lo que podría haber supuesto un problema o un uno contra uno, no se dio. Al líder empezó a ayudarle todo el mundo. Una Polti que vio que podía ganar la clasificación por equipos ante la debacle de la ONCE, un Euskadi que ni le iba ni le venía, los Telekom que más de lo mismo, los Saeco, los AKI, Kelme… ¡Hasta los Mapei que tenían un hombre delante escapado! Rominger estaba haciendo la subida a su amigo Zulle (Dufaux también era compatriota), sus hombres tirando…un espectáculo dantesco y casi bochornoso.

El cabreo del director de la Lotus, Miguel Moreno, era de los que quedan guardados y hoy en día saldrían en mil programas de zapping, y es que ya sólo faltaba que los Banesto también tirasen para acabar con la fuga de su hombre.

La fuga no superaba el minuto y en las condiciones en las que lo estaba haciendo. Zulle ni tiraba y muy fino no debía andar, pero tampoco lo necesitaba. ¿Qué hubiera pasado de ver un mano a mano Dufaux- Zulle como el Jalabert-Olano del 95?

Los comentarios de la tele del desaparecido Pedro González dando leches a todo lo que pasaba por allí, no tienen precio.

Dufaux no iba a poner en jaque la general para lo que había atacado a 70 de meta, pero quedaba la etapa. En la Ronda atacó y demostró que a pesar del esfuerzo hecho era el más fuerte. Jiménez fue el primero en quedarse del grupo de cuatro y llegó a 14´´ mientras que sus compañeros lo hacían a 7´´ de un Dufaux que con su exhibición se había merecido sobradamente el triunfo en la etapa. El pelotón del líder lo haría a 43´´.

Pudo ser una etapa aún mejor y más épica, pero no fue así. Al final hubo pódium suizo (Zulle, Dufaux, Rominger) y por primera vez en la historia, ningún español ganó ninguna etapa. Para siempre en el recuerdo, los comentarios de TVE de un Pedro González enfurecido en modo pirómano arrasando con todo y con todos.

1997: EL CHAVA A LAS PUERTAS DE LA MURALLA.

Si la vuelta del 96 tuvo su episodio extraño con la mayonesa de Zaragoza de la ONCE, lo de los Banesto en el 97 no se quedó muy atrás en lo que a “bomberismo” se refiere. Chente y el Chava que a punto estuvo de retirarse junto con Olano al principio de la Vuelta, salvaron los muebles para los frailes. En la etapa 19, el Chava, con el maillot de líder de la montaña, conseguía su primera victoria en la Vuelta en un sensacional sprint en el repecho de Los Ángeles de San Rafael, superando a Heras, Clavero, y a su compañero de fuga el suizo Pascal Richard. En el pódium, el presidente del Atlético de Madrid Jesús Gil, le regalaba al Chava una camiseta del equipo colchonero del que era hincha.

Al día siguiente se llegaba a Ávila. Jiménez que si era un ídolo local, ya se había convertido en esa temporada en todo un fenómeno nacional, tenía ganas de más dado su buen nivel de forma de final de la Vuelta. En el puerto de Mijares saltó el Chava y como el día anterior, a su rueda se fue Pascal Richard. El suizo escarmentado de la exhibición del Chava del día anterior y sabiendo que se llegaba a su casa, racaneó en todo momento con los relevos. Coronaron Navalmoral con dos minutos de ventaja sobre el pelotón. Jiménez era el único que tiraba en condiciones. En ese momento el equipo de los ciegos se lanzó en su captura, sabedores que Jalabert podía ganar si les alcanzaban.

Jiménez le decía que él ya había ganado una etapa, que a Richard le interesaba tirar más que a él, el campeón olímpico le contestaba que se llegaba a su casa, la victoria tenía más valor para el Chava. Y así, con el suizo racaneando y chupando rueda, el trabajo de Jiménez y el ritmo que imponía la ONCE por detrás, la ventaja se iba reduciendo poco a poco.

Se llegó al adoquinado, donde estaba viendo el final de etapa con mi hermano, con tan solo unos segundos de ventaja. El Chava atacó nada más empezar la Ronda y el suizo se pegó como un lapa, no podía dejarle de rueda. A escasos metros lo que quedaba del pelotón tirado por el líder Zulle, con la Vuelta ya sentenciada, a favor de su compañero de equipo como si de un gregario más se tratase. En la pancarta del último kilómetro, a la altura del Telepizza donde tantos abulenses han celebrado sus cumpleaños, se acababa el sueño del Chava y de toda la ciudad volcada aquel día como yo solo he visto en la final del mundial de Sudáfrica. De haberse llegado al Velódromo Adolfo Suárez como antaño, les hubiese valido la diferencia para disputarse la etapa entre ellos.

Jalabert cumplió los pronósticos y ganó la etapa, el Chava entró quinto y no se dejó llevar a pesar de ser alcanzado por el pelotón, estaba en su casa y debía disputar aunque ya no tuviera opciones.

Aplausos cuando Jiménez subió al pódium como vencedor de la montaña. Hubo también gestos feos como los abucheos al bueno de Jalabert por ganar la etapa o algún escupitajo a Richard subiendo la Ronda. Gente estúpida que ni entendía este deporte ni le gustaba, tan solo el fenómeno de el Chava que tan pronto desapareció, desaparecieron con él.

Como nueve años antes “El Pájaro”, esta vez le tocó al Chava hacer vibrar a toda la ciudad con el triunfo de uno de los suyos, desgraciadamente el desenlace fue muy similar.

1999: LA CARNICERIA DE VANDENBROUCKE EN NAVALMORAL

El belga Frank Vandenbroucke, protagonizó una de las ascensiones más espectaculares que se recuerdan en las rampas de Navalmoral. Un segunda de no especial dureza y con viento a favor aquella jornada, pero el belga, un hombre más de clásicas y que estaba haciendo más de gregario del líder Ullrich sin equipo en las fechas anteriores, empezó a tirar a ritmo hasta quedarse solo. Ni grandes escaladores como el Chava, Heras, Piepoli o Tonkov podían seguirle, es que ni las motos. Nunca se subió ese puerto así de rápido.

En el adoquinado de La Ronda y en un grupo que el ritmo del belga lo había dejado en solo 10 unidades, el ONCE Zarrabeitia fue el primero y único que se atrevió a atacar. FVD salió con una fuerza nunca vista y le pasó como si de un amateur se tratase. El resto ni se movió, ni siquiera un siempre combativo Jiménez cuando se llegaba a su tierra. El belga ya iba celebrando la victoria a 800 metros de meta.

Le había prometido esa mañana la victoria a una de las azafatas, y el belga, cumplió. Fue su última gran victoria en la que los escándalos e incluso un intento de suicidio, nos privó de disfrutar de este joven ciclista de mentalidad muy frágil.

Informando al mundo, champiñon.com


 
 
 

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