PEDRO VELARDE Y LUIS DAOÍZ
- Pastelman
- 15 ago 2015
- 7 Min. de lectura
Pedro Velarde y Luis Daoíz: los capitanes del 2 de mayo.
En esta segunda entrega de los episodios nacionales, queremos rendir homenaje a dos grandes héroes españoles como fueron Pedro Velarde y Luis Daoíz, dos grandes militares del 2 de mayo de 1808, que sin saberlo, sus actos y decisiones heroicas quedarían grabados para siempre en la historia de España. No pretendemos copiar al gran Benito Pérez Galdós, que dedica un capítulo al levantamiento de 2 de mayo y lo hace de manera increíble e inimitable, solo pretendemos presentar a estos dos personajes que sin duda marcaron la historia de España.

“Es preciso batirnos; es preciso morir; vamos a batirnos contra
los franceses”
Pedro Velarde: sus comienzos.

Pedro Velarde, nacido en 1779, en Muriedas, Cantabria y muerto el 2 de mayo de 1808 en Madrid. A los 14 años ingresó como cadete en el Real Colegio de Artillería de Segovia. Acabó sus estudios como número 2 de la promoción y en 1799 recibió un ascenso al grado de subteniente, desde este año empezó a ascender hasta que en 1804 es ascendido a capitán. El 1 de agosto de 1806 fue nombrado Secretario de la Junta Superior Económica del Cuerpo de Artillería por lo que tiene que trasladarse a Madrid. En estos años conoce a Joaquín Murat que intenta atraerle a la causa francesa, a lo que Velarde respondió que “no podía separarse del servicio de España sin la voluntad expresa del Rey, del cuerpo y de sus padres”.
Luis Daoíz: sus comienzos.

Luis Daoíz, nacido en 1767, en Sevilla y muerto el 2 de mayo de 1808. Siguiendo la tradición militar de la familia, a los 15 años se incorpora al cuerpo de artillería. En 1782 ingresa en el Real Colegio de Artillería de Segovia, situado en el alcázar donde hoy en día se eleva un monumento a su memoria en la explanada. Entre sus batallas, destaca su defensa sobre el puerto de Cádiz, al mando de una barca cañonera, donde se repele el ataque de las flotas inglesas, dirigidas por Nelson. En 1800 es ascendido a capitán y en 1807 solicita el destino a Madrid, siendo nombrado comandante de la batería en el Parque de Artillería creado en el palacio del duque de Monteleón.
La estrategia del “pequeño” Emperador.
Hay que remontarse hasta 1807 cuando se crea una alianza entre la Francia de Napoleón y la España de Carlos IV. En esta época, Napoleón poseedor de casi toda Europa quería a toda costa la conquista de Portugal por lo que aparentemente ofreció un tratado inmejorable a Manuel Godoy, valido del rey, que era el siguiente: “solo” por abrir las fronteras para que pasara el ejército francés hasta Portugal, Napoleón muy generoso y gentil repartiría Portugal con España, por facilitarle el paso de las tropas. Este tratado es “el Tratado de Fontainebleau”, que permitió que el ejército imperial de Napoleón cruzara de punta a punta España. Así de este modo más de 60.000 soldados franceses entraron en España “como Pedro por su casa” y se fueron repartiendo a lo largo del territorio español ocupando y posicionándose en importantes enclaves. Esto provocó sospechas entre los españoles que fueron más justificadas aún si cabe con la entrada del mariscal francés Joaquín Murat y su gran ejército de 30.000 hombres en Madrid. Así de esta manera tan fácil y pacífica, España había sido ocupada por el ejército francés sin que los gobernantes de España se dieran cuenta o no quisieron darse cuenta de algo evidente, que todo ciudadano español por aquel entonces sospechaba, Francia quería conquistar España, pero para más inri. el gobierno y el ejército español, entregados a la voluntad de Napoleón, no apoyaban a los ciudadanos, sino que estaban de lado francés, sus órdenes fueron muy claras y tajantes “colaborar con los franceses y no participar en los combates que hubiera, dejar las tropas en los cuarteles” y la gota que colmaba el vaso era que Fernando VII y Carlos IV estaban prisioneros en Bayona por Napoleón, pero la paciencia de miles de héroes anónimos se acaba y el 2 de mayo de 1808 equipados con armas rudimentarias ante el mejor ejército del mundo de esa época, decide sublevarse y combatir sin apoyo ninguno, en defensa de la libertad e independencia de España.
Parque de Artillería de Monteleón.
Fueron muchos barrios y plazas de Madrid donde tuvo lugar la revuelta del 2 de mayo, pero nosotros queremos destacar este emplazamiento porque aquí es donde tiene lugar la lucha de Pedro Velarde, Luis Daoíz y unos pocos héroes más contra el ejército imperial de Napoleón.

“¡Abrid las puertas. Las armas al pueblo!¿No son
nuestros hermanos?”
Al comenzar la revuelta, Velarde, que estaba dispuesto a luchar con el pueblo, convenció a un superior para que le cediese un mando de una unidad española con el pretexto de que quería ayudar a los franceses, de esta forma se le concendió el mando de la 3º compañía del capitán Goicoechea, su intención era clara y firme, ir hasta el Parque de Artilería de Monteleón, un gran polvorin que podría dar armas a la población, liberarlo de los franceses y dar armas al pueblo. En su camino podía ver como la sangre de cientos de madrileños salpicaba las calles de Madrid, pues se enfrentaban a un ejército preparado y ellos estaban casi desarmados. La masacre fue contundente, el pueblo madrileño estaba siendo barrido por el ejército francés.
Al llegar a Monteleón, Velarde entra sin ningún problema engañando a los franceses, diciendo que iban a reforzar la seguridad del parque y a franquear los portones, sin embargo, cuando su compañía tomó posición alrededor de las tropas francesas Velarde cambió de opinión e instó a los franceses a que bajaran las armas y se rindieran o serían masacrados, los franceses sin más remedio capitularon. De esta forma los españoles habían tomado Monteleón. Tras la toma del parque, Velarde tuvo una discusión muy tensa con Daoíz, pues el segundo quería seguir las órdenes de no atacar a las tropas francesas, finalmente abrieron las puertas y entregaron las armas al pueblo para que estuviesen en igualdad de condiciones que el ejército imperial, mientras esto sucedía los franceses habían conquistado ya todo el centro de Madrid y se diriguían hacía el Parque de Artillería de Monteleón. A pesar de estar en clara inferiodad numérica, peor equipados y sabedores de su destino trágico, Velarde y Daoíz prepararon las defensas para resistir contra el ejército de Napoleón.
Unos pocos parecían miles.
Los primeros combates fueron pequeñas escaramuzas, pues los franceses se pensaron que un puñado de hombres bastaría para recuperar Monteleón, pero lo que no sabían es que los españoles llevados por su patriotismo y sentimiento de libertad e independencia serían altamente complicados de doblegar.
El primer combate serio fue contra una unidad francesa originaria de Westfalia. La estrategia española de sorpresa fue demoledora pues fueron recibidos por el fuego de los mosquetes y tres piezas de artillería abriendo fuego sin cesar. Los soldados franceses no tuvieron tiempo de respuesta y solo pudieron hacer una cosa: huir. Los españoles persiguieron a sus enemigos gritando consignas contra el ejército francés y alabanzas a favor del rey Fernando VII. Daoíz aprovechó la retirada de los franceses para seguir reorganizando las defensas; colocó dos cañones hacia la calle San Bernardo, otros dos hacia la calle Fuencarral y otro cañón hacia San Pedro de Nueva.
Finalmente el grueso de las tropas francesas apareció en Monteleón con una intención muy clara; coser a cañonazos a la artillería española, tenían una doble intención; acabar con los civiles y militares que manejaban los cañones y que los españoles gastaran su munición, por desgracia su táctica fue eficaz cuasando grandes bajas en las defensas españolas, el final se estaba acercando.
Cuando todo parecía acabado tuvieron un golpe de suerte los valientes defensores, pues un oficial desginado por la Junta de Gobierno apareció portando una bandera blanca y se dirigió a hablar con Velarde, los franceses bajaron su guardia. La conversación no duró mucho pues un defensor se puso entre los dos oficiales gritando a favor de Fernando VII: la reacción española fue inmediata, dispararon los cañones y los fusiles a quemarropa sobre los franceses que no pudieron hacer nada al estar con la guardia baja, esta inesperada y sorprendete carga barrió a la compañía francesa, que arrojó los fusiles al suelo y levantaron los brazos en señal de rendición.
Al acabar el combate los españoles hicieron recuento de sus tropas y el resultado no fue nada alentador pues quedaban entre sus tropas 10 artilleros, una veintena larga de infantes Voluntarios del Estado y medio centenar de civiles que seguín peleando con ellos y para más desgracia no tenían apenas munición.
Murat entra en escena: la caída es inminente.
Todos estos sucesos hacen perder la paciencia al mariscal francés Joaquín Murat, que no entendía como una centena de hombres podía seguir resistiendo a las acometidas de su ejército, por lo que ordena asaltar Monteleón desde todas las calles posibles con 2.000 hombres, era el tercer asalto y los españoles no llegaban a la centena, pero no tenían ni la más mínima intención de rendirse.
El asalto definitivo destrozó a los españoles que se vieron superados por una fuerza 30 veces mayor, los franceses asaltaron Monteleón por las tres calles posibles dando así muerte a todo defensor español que se encontraba en el parque. Daoíz fue alcanzado por la espalda con una bayoneta y posteriormente cosido a estocadas y Velarde murió por un disparo al corazón cuando acudía a reforzar una de las entradas. Todo había acabado.
La chispa que encendió la llama.
La sublevación de los españoles fue sofocada con dureza por parte del ejército francés, todo español que hubiera participado en la revuelta era fusilado como bien nos pudo transimitir Goya a través de su cuadro “el fusilamiento de 2 de mayo”, pero no fue en vano, con estos actos heroicos prendieron un sentimiento de libertad e independencia en toda España e instaron a todo español a luchar contra el enemigo francés iniciando así la Guerra de Independencia que acabaría en 1814, con la victoria española sobre Francia.
Este se uno de los pocos episodios en este país en el que todos los españoles han estado unidos con un mismo objetivo sin importar diferencias de clases, pensamiento o raza. Por eso un humilde joven piensa que este día, el 2 de mayo de 1808 tendría que ser la fiesta nacional de este país, pues se unieron todos los españoles para lograr su libertad e independecia en común luchando sin armadura, sin munición solamente con su inmenso corazón y ganas de seguir siendo libres, no teniendo que estar sometidos al yugo de ningún país invasor.
Para acabar solamente dar reconomiento al pueblo madrileño que luchó indefenso contra el ejército imperial de Napoleón y aunque en los libros de historia no aparezcan sus nombres y no tengan el reconocimiento merecido, fueron auténticos héroes de este país.
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