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LA BATALLA DE PAVÍA: EL REY FRANCÉS PRISIONERO EN MADRID

  • Josinho
  • 15 mar 2015
  • 6 Min. de lectura

El comienzo del siglo XVI estuvo marcado por la influencia y la disputa de dos mandatarios, el emperador del Sacro Imperio Románico Germánico y Rey de España, Carlos V, y el Rey francés Francisco I.

Carlos I nacido en el año 1500, llegó al trono español tras la muerte de su abuelo Fernando el Católico en el año 1516, mientras que Francisco, seis años mayor, lo hizo un año antes. Durante 26 años, combatieron por la hegemonía de sus reinos, conflicto que heredarían sus hijos, pocas rivalidades como la de los dos monarcas hubo en la historia, más de 40 años de guerras que superaron incluso la vida de los monarcas.

Francisco I con fama de caballero de mecenas del arte y muy ambicioso, siempre tuvo ansia expansionista y principalmente fijó sus intereses en el Milanesado, en 1515 tras la derrota del duque Maximiliano Sforza en la batalla de Marignano, pasa a formar parte de los

dominios de Francisco I, mientras que Carlos I de carácter más tosco y rudo y educado en el misticismo, al que caracterizaba su prognatismo, era un rey más medieval que el renacentista admirador del arte que su rival.

Su primera gran disputa fue la elección como emperador, en el año 1519 muere Maximiliano I, abuelo del futuro Carlos V que le sucedería. Francisco I como representante de la casa Valois optó también a la elección ante los príncipes alemanes. Los recursos económicos de Castilla y los que provenían de las Indias, así como la alianza con banqueros alemanes y con Enrique VIII de Inglaterra, le valieron la elección al Habsburgo.

Francisco I se encontraba rodeado ahora por enemigos. Los territorios imperiales, Flandes al norte, Inglaterra y al sur España, la única vía de escape que le quedaba era hacerse con el control de Italia. El Milanesado era un enclave principal, situado entre las prominentes Repúblicas de Génova y Venecia. Fue tal la falta de aliados del rey francés, que para debilitar a su enemigo no tuvo reparos en aliarse con Solimán el Magnífico, el Emperador Otomano.

A partir de 1521 se inician lo que se llamarían las Guerras Italianas, diferentes movimientos de ambos bandos para desestabilizar al contrario, ya fuese en Italia, en Francia o en Navarra. La principal batalla fue la de Bicoca, cerca de Milán, en 1522. La facilidad con la que las tropas del Emperador vencieron a las tropas francesas y suizas, hizo que la palabra “bicoca” pasase a formar parte del diccionario español como algo que se obtiene de manera fácil y sin mucho esfuerzo. Génova fue asediada y Venecia no volvería a combatir. Francisco II de Sforza se hacía fuerte en Milán y plazas importantes como Pavía.

Entre medias, Carlos V también trató de conquistar Francia. Con la alianza del Duque de Borbón y Enrique VIII por el norte, como por Flandes y por el sur desde Navarra por el paso de Roncesvalles, intentaron repartirse el país. El fracaso de la invasión, así como por parte de Francisco I en su intento en Navarra, repelido por tropas castellanas, haría el escenario se trasladase a Italia y que la batalla decisiva fuese en Pavía.

LA BATALLA DE PAVÍA

En febrero de 1525, Francisco I con 40.000 hombres y tras recuperar Milán, se dirigió a la fortaleza de Pavía, donde entre arcabuceros españoles y lansquenetes alemanes superaban a duras penas los 6.000. La situación en Italia había cambiado desde el comienzo de la guerra, si el Papa Adriano VI, Adriano de Utrecht, el antiguo confesor del Emperador y regente de Castilla, había apoyado finalmente al que fue su principal alumno, tras su muerte, Clemente VII se mostró partidario del francés ante el temor del poder excesivo que podría copar el Emperador en Italia y la amenaza que podía suponer para los Estados Pontificios.

40.000 franceses entraban en el Milanesado. Muchas plazas fueron sometidas a asedio por la artillería francesa, y algunas cayeron como Milán. Antonio de Leyva junto con 2000 arcabuceros españoles y 4000 lansquenetes alemanes huyeron a refugiarse a Pavía.

A partir de ese momento Carlos V mandó refuerzos comandados por el marqués de Pescara, el duque de Borbón que había cambiado de bando, así como las tropas alemanas que había reclutado Fernando de Habsburgo, hermano del emperador y que se encargaba de sus asuntos imperiales en su ausencia.

Los defensores de Pavía al mando de Leyva, resistían los cañonazos franceses y lo que era peor, el hambre ante la falta de recursos en espera de auxilio.

Francisco I decidió esperar a que se rindiesen por agotados por el hambre. Grave erros, pues permitió dar tiempo a que llegasen el resto de tropas. No fue el único error, puesto que confiado por las primeras victorias, decidió dividir su ejército y mandar tropas a la conquista de Génova y Nápoles. De los 40.000 que pasaron la frontera al mando de Francisco I, quedaron cerca de 30.000 para el sitio de Pavía.

Francisco I mandó a su artillería atacar los muros de la guarnición que empezaban a resquebrajarse. Al verse superior aquel 24 de febrero, ordenó atacar a la caballería pesada. Los tercios españoles que acababan de llegar ( 4.000 soldados españoles, 10.000 alemanes, 3.000 italianos y 2.000 jinetes de refuerzo), respondieron y los arcabuceros españoles acabaron con la caballería francesa.

Ante la situación, Antonio de Leyva y los soldados que llevaban 3 meses pasando hambre dentro de Pavía, salieron de la guarnición a encontrarse con el enemigo. Los 2.000 españoles y los 5.000 lansquenetes alemanes y suizos fueron a por ellos. Cerca de 10.000 franceses perdieron la vida y 3.000 fueron apresados ante el ataque desde los dos frentes que nadie esperaba, el cerco que hicieron las tropas funcionó a la perfección.

Leyva tuvo que sufrir además un intento de amotinamiento por parte de las tropas que no cobraban sus sueldos. El discurso que dio el capitán a sus tropas fue el siguiente:

"Hijos míos, todo el poder del emperador no os puede facilitar en el día de hoy pan para llevaros a vuestro estómago, nadie puede traeros ese necesario pan. Pero hoy, precisamente hoy os puedo decir que si queréis comer, el alimento se encuentra en el campo francés”.

Aunque el gran acontecimiento de la batalla estaba aún por llegar. Francisco I y su grupo había quedado rodeado por las tropas españolas, en el intento de huída cayó de su caballo, cuando quiso levantarse, la espada de Juan de Urbieta estaba en su cuello.

No sabía en aquel momento a quién habían apresado, aunque por los ropajes, era evidente que se trataba de un hombre importante, quizá un noble, por el que le darían una importante recompensa por tan gran hazaña.

Más tarde y ya llevado a la guarnición se supo que el reo se trataba ni más ni menos que del Rey de Francia. La noticia corrió por toda Europa, Francia había sido humillada en Pavía y su rey estaba prisionero.

EL TRATADO DE MADRID

A primeros de marzo le llega la noticia a Carlos V, y el día 12 ya hay constancia de que se lo comunica al pueblo en la ciudad de Ávila. Tras muchas deliberaciones y tras un tiempo en Milán, se decide trasladar al preso a España, desembarcando en Barcelona en junio y entrando en Madrid el 12 de Agosto.

En un principio fue recluido en la Torre de los Lujanes, sitio lúgubre y oscuro, para más tarde pasar al antiguo Alcázar madrileño (donde hoy se ubica el Palacio Real) ya que Carlos V tenía establecida su corte en Toledo.

El trato siempre fue bueno a pesar de las duras negociaciones, el carácter caballeresco del César, le hacía ver los miedos de qué se diría si el prisionero sufría algún percance, así como lo estéril de la victoria sin el reo. Esos fueron los motivos de que se negara a invadir Francia con el rey en Madrid, a pesar de la insistencia de Enrique VIII, o de que cuando enfermara fuese rápidamente a visitarle.

El emperador exigió la devolución del ducado de Borgoña, que perdió su bisabuelo Carlos el Temerario, cosa bastante nimia para tan gran presa, pero inaceptable para el Valois.

Finalmente a final de año Francisco I cambió de idea y aceptó la petición, así como la renuncia a los territorios de Italia y Flandes. En enero de 1526 se firmaba el Tratado de Madrid. El rey firmaría la entrega del ducado una vez llegase a Francia. Carlos V le hizo jurar lo pactado sobre la Biblia y que le diese su palabra de caballero, además de que los dos hijos del monarca permanecerían en España hasta la entrega y la boda con la hermana del Emperador, Leonor de Austria (como era habitual en este tipo de pactos).

Finalmente y tras más años de guerras (Guerra de la Liga de Cognac) que enfrentó a las tropas imperiales con Francia, el Papado, Venecia, Inglaterra Florencia y el Ducado de Milán. Tras tres años de luchas entre los que por ejemplo llegó a haber un saqueo de Roma (Sacco di Roma) por parte de las tropas del emperador y que provocaron el encierro del Papa Clemente VII en el castillo de Sant´ Angello.

Tras la victoria otra vez de Leyva en la batalla de Landriano en 1529, se llegó a la Paz de Las Damas, negociada por la tía del emperador y la madre del rey francés. Francisco I renunció a más campañas en Italia, Navarra, Artois y Flandes, mientras que Carlos renunciaba al ducado de Borgoña y la vuelta de los hijos del rey a Francia. Las guerras continuaron a lo largo de su reinado, pero durante un tiempo el mundo estuvo en vilo, especialmente los franceses, porque su rey estaba prisionero por parte del Rey de España.

Josinho


 
 
 

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