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Lo tenemos merecido

  • Foto del escritor: Champiñon Punto Com
    Champiñon Punto Com
  • 23 nov 2014
  • 2 Min. de lectura

Lo tenemos merecido

23 de Noviembre

Rocker estagirita

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Estos últimos días han llegado a mis oídos frases y comentarios que le hacen a uno perder toda esperanza en la humanidad. Dan ganas de echarse a llorar, desconsoladamente, y llegas a pensar si realmente queremos evolucionar como sociedad o nos gusta permanecer impertérritos ante tanto despropósito. A lo que me refiero se puede resumir en esta frase: “Voy a seguir votando al PP. Sé que me van a robar, pero me gusta saber quién es el que me roba”. Cuanto menos merece una reflexión.

De todos es de sobra conocido que el voto del PP es incondicional. Da exactamente igual quien sea la cara que aparezca en sus carteles de propaganda electoral, el programa que propongan, que salgan a la luz casos de corrupción de sus dirigentes públicos, que incumplan toda una serie de promesas más bien dirigidas a ese núcleo de incondicionales y en definitiva, que se rían de todos nosotros a cara descubierta y con alevosía. Tienen un bastión de seguidores que no son nada críticos con sus actos, muestran indiferencia total a sus escándalos e incluso les justifican apoyados por unos medios de comunicación fieles a ellos que favorecen una opinión pública de tolerancia.

Pero el problema creo que va más allá. Desde mi más humilde opinión creo que el español medio tiene algo instalado en lo más profundo de su ser, digamos un deje hereditario o una patología incurable que hace verdad el famoso refrán español “cree el ladrón que todos son de su condición”. De cara a los demás, en las redes sociales, en conversaciones diarias con los compañeros del trabajo, con los amigos, con familiares, con conocidos, todos somos muy críticos con la corrupción, nos enfada muchísimo que nos roben, condenamos que utilicen el dinero de todos para el beneficio personal de unos pocos, y encima que haya impunidad. Que golfos.

Nos cabrea muchísimo. Pero que hay después, en el momento en que nos quedamos en soledad con la sola compañía de nuestros pensamientos. Quién no ha llegado a pensar: “igual si yo estuviera en esa situación también lo haría. Sé que quién esté ahí, quien tenga la oportunidad de llevárselo muerto lo va a hacer. Por qué voy a ser yo menos, no voy a ser el tonto”. De una manera inconsciente, o consciente en forma condicional, acabamos por medio tolerarlo. Es algo endémico que tenemos los españoles (no todos, por supuesto) que luego a la hora de la verdad, a la hora de ir a votar, se nos va la fuerza por la boca, y acabamos depositando el voto a los mismos de siempre. Eso somos, perros ladradores poco mordedores. Y ellos lo saben. Eso sí, luego nadie los ha votado y nos quedamos perplejos. “¡Como pueden haber vuelto a ganar estos ladrones otra vez! ¡Quien los habrá votado! Nadie en su sano juicio los votaría”.

No quiero perder la esperanza y creo que podemos y nos merecemos tener unos gobernantes dignos y honestos que estén a la altura de la buena gente trabajadora de este país. Pero eso sólo se puede cambiar en las urnas, y hasta ahora, porque así lo hemos querido, lo tenemos merecido.

Informando al mundo, champiñon.com


 
 
 

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